lunes, 6 de junio de 2011

Mesas

El viento arrancó el inmenso torso de bronce en la noche cerrada y al amanecer los vecinos descubrieron en medio de la plaza este monumento creado por el aire brutal nocturno. Al visitar la catedral descubro unas extrañas construcciones en el claustro. Lo que me parecieron ídolos africanos son yugos de campanas desarmadas, contrapesos de madera decorada con encisiones y escuetas taraceas con huesos y cantos, cordales que refuerzan las fibras del antiguo árbol. La imagen de las campanas desarmadas me hace pensar en el paisaje sonoro que acompaño al Cid; redoblar y tañer son acciones musicales idénticas desde sus tiempos a los mismos, más allá del tambor y la campana se abre un mar entre sus sonidos y los míos.

En el palacio del Virrey han abierto una hospedería en la que degustamos setas con carne y un vino denso como la sangre. Al terminar de cenar, escuchamos tañer el nuevo cuerpo de campanas de la Catedral. En el sueño de esta noche una mesa soporta las campanas que yacían sobre el suelo.  







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